Bienaventurados los pobres, pues de ellos será el reino de los cielos

Es interesante notar la diferencia en riqueza entre los países hijos de la Reforma, tales como Suiza, Alemania, los escandinavos, Inglaterra y Estados Unidos, y los hijos de la Iglesia Católica, tales como Italia, España y sus antiguas colonias.

No solo cuando la economía mundial va bien, sino también cuando va mal, los hijos de la Reforma se recuperan mucho más rápido que los otros. Tienen una actitud hacia el trabajo, los frutos del trabajo y el goce de los mismos, muy diferente a los que creen que la pobreza y sus mortificaciones son una especie de expiación necesaria para entrar en el Reino.

Esto que puede parecer una reflexión del siglo XIX es en realidad muy actual. Y debe serlo para que un obispo haya dicho hace pocos años en Piura que “el pueblo de Tambogrande tiene derecho a elegir ser pobre”. Por supuesto, decidir vivir en la pobreza es una elección libre de cualquier persona o pueblo, pero habría que preguntarles a los hijos de esos decididos pobladores si también desean vivir eternamente en la pobreza. Claro, ellos no tienen aún edad de votar ni, por lo tanto, de decidir.