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26 de Agosto del 2022

El secreto de la riqueza de las naciones (y de las personas)

Autor: Juan Carlos Ramírez Larizbeascoa
Parlamentario Andino
República del Perú

El secreto de la riqueza de las naciones (y de las personas)

El título de este artículo puede parecer apropiado para un libro extenso (como el de Adam Smith: La Riqueza de las Naciones) o que encuentra obvias relaciones entre una causa y un efecto económico (como el de Max Weber: La ética protestante y el espíritu del capitalismo). Pero ambos libros se mueven en un plano inferior e instrumental al verdadero fondo y verdadera causa que determina que hayan países pobres y naciones ricas. Y, por lo tanto, personas pobres en unos y personas ricas en otras. Y, en abundancia, que haya corrupción, informalidad, irrespeto y desorden en unos; y decencia, formalidad, orden, respeto y progreso en otros.

Y, ¿cuál es ese secreto, ese espíritu invencible que determina todo esto? Es solo uno:

EN LOS PAISES POBRES NADIE CONFÍA UNOS EN OTROS

EN LAS NACIONES RICAS TODOS CONFÍAN UNOS EN OTROS

Esta crisis e inexistencia de confianza lleva al desastre, a la destrucción de toda  colectividad humana. Imagínense una tribu en el paleolítico en la que no confiaran entre ellos. Nadie enfrentaría las amenazas, nadie colaboraría en la recolección o en la caza, que requieren cooperación, y por lo tanto confianza. La tribu desaparecería, porque los individuos aislados no tendrían forma de sobrevivir. Lo mismo sucede en el siglo veintiuno. Hay naciones, como Suiza, Japón, Alemania o Noruega que progresan a pesar de todo, si caen se levantan, si se equivocan se corrigen. Progresan.

Hay otros países, que no llamaré naciones porque no lo son, y que no mencionaré, porque casi siempre las personas de países atrasados son muy susceptibles a que se les diga la verdad. Las gentes de estos países no progresan, si avanzan luego retroceden, viven en conflicto, se atacan, se pelean y, lo más grave: no se creen nada entre ellos.

Y es interesante; es en estos atrasados países que siempre se invoca la importancia de la honestidad, de la unidad y de trabajar juntos. Es muy raro escuchar a los japoneses, suizos, noruegos o alemanes invocar tal cosa, porque ellos SI son honestos, unidos y trabajan juntos. El que lo hace no necesita decirlo.

Pero regresemos al punto clave: la confianza. Confiar y creer es la base de la vida colectiva humana, y de las finanzas. Crédito viene de creer, Fedatario viene de Fe. Si no hay confianza ni fe en los otros miembros de la sociedad no hay progreso posible. Es literalmente imposible que progrese una sociedad sin confianza, sin fe y sin crédito.

Y en esto los gobiernos (si se pueden llamar así) de estos países son los primeros culpables. Nadie les cree, por eso las sociedades se vuelven informales, y transan fuera de ellos. Cuanto más le cree una sociedad a su gobierno, más formal y ordenada es. Cuanto menos le cree, más informal y escapista se vuelve. Trágicamente, esto último tiene que ver con la pobreza. Esta triada corrupción-informalidad-pobreza es la consecuencia de gobiernos mentirosos y amantes del engaño.

Fotografía: iths.org