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14 de Octubre del 2020

La mala ciudad democrática

Autor: Juan Carlos Ramírez Larizbeascoa
Parlamentario Andino
República del Perú

La mala ciudad democrática

En el Libro VIII de la REPUBLICA de Platón, que es un diálogo socrático, se encuentra la descripción de lo que llama “la mala ciudad democrática”. Paso a transcribir la traducción que toma Foucault con referencia a esta ciudad tóxica:

La mala ciudad democrática es una ciudad heterogénea, dislocada, dispersa entre intereses diferentes, individuos que no se entienden. Esta mala ciudad democrática practica la parrhesía: todo el mundo puede decir cualquier cosa.

Siendo los diálogos socráticos los referidos a una ciudad y a un hombre ordenados, amantes de la justicia y con carácter, debe reflexionarse mucho y tomar muy en cuenta lo que en el mismo marco se separa como algo malo y tóxico.

Si regresamos a la definición de “mala ciudad democrática” concluiremos que, a dos milenios y medio de distancia, se está refiriendo exactamente al espacio virtual, a la internet y al ciberespacio. Ciertamente ni Sócrates ni Platón vivieron en épocas que siquiera soñaran con nuestro mundo electromagnético actual, pero ya se ve que el caos y el desentendimiento ocurren con o sin teléfonos celulares.

Siempre pudo el mundo decir cualquier cosa, entre los griegos o en el mundo globalizado actual, pero lo cierto es que el daño que hace mucha gente, diciendo o mostrando idioteces, es mucho mayor cuando lo hace por internet. Y es que el efecto exponencial de la riada de tonterías que circulan en las llamadas redes sociales puede infartar el planeta y, efectivamente, dispersarlo entre millones de intereses diferentes.

Es tan cierto que esto es una amenaza terrible, que una de las formas más usadas por los hackers de sombrero negro para atacar un servidor es el DDoS (Distribute Denie of Service). Esto es simplemente que un grupo inmenso de computadoras “zombies”, manejadas por un robot, solicitan acceso a la vez al servidor víctima. Este alud de requerimientos simultáneos embota por completo al servidor y lo inutiliza.

Usando una analogía válida, es como si estuviera usted en un escenario, o en el centro de un campo de fútbol, y cuarenta mil personas le preguntaran cosas a gritos; todas a la vez. Es una situación inmanejable.

Eso es lo que está sucediendo en la mala ciudad democrática en la que se ha convertido el mundo global. Mucha gente hablando a la vez, sin escucharse ni entenderse. Sin embargo, lo importante no es el estado de cosas en el que innumerables pedacitos colisionan entre ellos, se agreden, se insultan y luego se parten en otros pedacitos para seguir en la misma práctica. Finalmente, el mundo acabará en grupos de wasap de una persona, dado que todos los demás nos resultan tan diferentes, y por lo tanto insoportables. A lo mejor nos partimos aún más, dado que ocasionalmente somos insoportables para nosotros mismos.

Lo realmente importante es cual será el resultado de esta permanente multiplicación de fuerzas centrífugas, que solo pueden dividirse y crecer en número, pero no en contenido o en calidad.

Una posibilidad es que exista una redistribución y reacomodo de seres humanos por grupos de intereses comunes mínimos. Es decir, entre aquellos que, no siendo iguales, son lo bastante parecidos para conformar una comunidad. Otra posibilidad es que el ser humano se adapte a un mundo lleno de ruido y crezca de forma silvestre, como en un bosque amazónico agresivo crecen las plantas.

Y finalmente, puede también que decidamos apagar el interruptor maestro (como dice el libro sobre Cambridge Analítica), y volvamos a un estado bucólico y pacífico, de buen vivir y bienestar sin excesos y equilibrado.

Ojalá sea así, para que no se cumpla lo que presagia el libro de Umberto Eco, De la Estupidez a la Locura, presagio que hay que tomar muy en cuenta, especialmente si el autor murió después de terminar su enunciado.

Fotografía: bonfirestories.ca